cuando la amistad es verdadera...
La palabra amistad proviene del latín (amicitas por amicitia) y de ahí deriva amicus, que quiere decir amigo. Es un vinculo afectivo entre dos o mas personas y constituye una de las relaciones interpersonales mas comunes que la mayoría de los individuos tienen en la vida. En su estado mas puro se convierte en un equivalente de incondicionalidad.
Los sabios y poetas de todos los tiempos han exaltado siempre el valor de la amistad y sentencian que ademas del amor, el ser humano necesita de amistad. Para los filósofos griegos denota virtud y es la expresión de un regalo de los dioses. Aristoteles sostenía que aunque existen varios tipos de amistad, es solo la que surge por el bien, la que merece esta acepción.
En el poema de Gilgamesh, escrito babilonio que se encuentra entre las primeras obras literarias de la historia, se relata la fuerte amistad entre Gilanesh y Enkidu. La Biblia inmortaliza la amistad entre David y Jonatan (1 Samuel 18:14) y los evangelios canónicos refieren como Jesús dio a la amistad de Dios con los hombres un rostro.
Las relaciones de amistad han sido profusamente tratadas en el mundo de la literatura y del cine y ejemplo de ello es la obra Don Quijote de Cervantes que muestra un lazo afectivo especial entre el Quijote y Sancho Panza, lo cual también se da entre Sherlok Holmes y Watson, así como en los Tres Mosqueteros. Todos estos personajes tratan de representarnos amistades entrañables.
La amistad no se pone a prueba, simplemente se disfruta y se cultiva. Yo he tenido la dicha de contar con amistades extraordinarias que me han acompañado en todos los momentos y a los cuales no mencionare pues ellos se reconocerán de inmediato cuando lean este blog.
A continuación los invito a que viajen conmigo tras el pensamiento del poeta Benigno Vázquez Rodríguez que con lenguaje claro y sencillo nos introduce y guía por los preceptos en los que debe sustentarse toda amistad, interpretada esta como un sentimiento superior de enaltecimiento del ser humano.
Así la concebía el poeta por lo que la otra gran búsqueda en su vida fue precisamente consolidar amistades.
Los sabios y poetas de todos los tiempos han exaltado siempre el valor de la amistad y sentencian que ademas del amor, el ser humano necesita de amistad. Para los filósofos griegos denota virtud y es la expresión de un regalo de los dioses. Aristoteles sostenía que aunque existen varios tipos de amistad, es solo la que surge por el bien, la que merece esta acepción.
En el poema de Gilgamesh, escrito babilonio que se encuentra entre las primeras obras literarias de la historia, se relata la fuerte amistad entre Gilanesh y Enkidu. La Biblia inmortaliza la amistad entre David y Jonatan (1 Samuel 18:14) y los evangelios canónicos refieren como Jesús dio a la amistad de Dios con los hombres un rostro.
Las relaciones de amistad han sido profusamente tratadas en el mundo de la literatura y del cine y ejemplo de ello es la obra Don Quijote de Cervantes que muestra un lazo afectivo especial entre el Quijote y Sancho Panza, lo cual también se da entre Sherlok Holmes y Watson, así como en los Tres Mosqueteros. Todos estos personajes tratan de representarnos amistades entrañables.
La amistad no se pone a prueba, simplemente se disfruta y se cultiva. Yo he tenido la dicha de contar con amistades extraordinarias que me han acompañado en todos los momentos y a los cuales no mencionare pues ellos se reconocerán de inmediato cuando lean este blog.
A continuación los invito a que viajen conmigo tras el pensamiento del poeta Benigno Vázquez Rodríguez que con lenguaje claro y sencillo nos introduce y guía por los preceptos en los que debe sustentarse toda amistad, interpretada esta como un sentimiento superior de enaltecimiento del ser humano.
Así la concebía el poeta por lo que la otra gran búsqueda en su vida fue precisamente consolidar amistades.
La búsqueda II
Yo he buscado a lo largo de mi abrupto sendero
el hallazgo feliz de un amigo sincero,
de un alma que supiera con ingenua lealtad
hablar en el idioma de la sinceridad;
mas he de confesar, desalentado y triste,
que tal vez ese amigo que he buscado no existe.
Pues he visto a menudo que el afecto mas puro
conlleva, inadvertido, un elemento oscuro.
Un sedimento atávico de raíz sempiterna
que se engendró en la oscura noche de la caverna
Cuando en la ruda lucha por la supervivencia
fue la ley del mas fuerte la ley de la existencia
Ley oscura, primaria, que aun subyace latente
en las capas profundas de nuestro subconsciente,
que a menudo sacude su sueño milenario
y muestra la silueta del hombre cavernario.
Mi experiencia me dice que el hombre de hoy en día
no ha vencido esa etapa primaria todavía.
Pues si tiendo la vista por lo ancho del mundo
lo veo en todas partes agitarse iracundo.
Por doquiera el espectro sombrío de la guerra
bajo sus alas trágicas ensombrece la tierra.
Los hombres y los pueblos, tras el gesto cordial,
afilan recelosos el artero puñal.
Y a esta capa de argucia, de evidente falacia,
llamamos orgullosos, sapiente diplomacia.
Que el que mejor disfraza o esconde lo que siente
ese es quien llamamos un hombre inteligente.
Están ciegos acaso los grandes conductores
de naciones y pueblos, los hombres superiores?
No es un hecho evidente que la sinceridad
es el vital problema de la Humanidad?
Es preciso que el hombre se vuelva a su interior
y trasmute sus odios en metales de Amor
si quiere que su yermo y torcido camino
le conduzca a la recta de su alto Destino.
Pues solo el hombre sabio que se encontro a si mismo,
que trascendió la escoria de su oscuro atavismo,
podrá decir gozoso, por el logro alcanzado:
al fin tengo un AMIGO, la búsqueda ha cesado! ...
Benigno Vázquez
Poema del buen amigo
Déjame ahí en la humilde penumbra de tu puerta
en donde mi presencia no sea percibida;
yo no soy el amigo para la hora de fiesta,
el aplauso insincero, o la frase fingida.
Yo voy hacia un paraje singular de la vida
donde no se cotizan la gloria ni el renombre;
donde el humo enervante del incienso no asfixia,
y es irrisión la gloria que un hombre da a otro hombre.
Dejame ahí en el hueco del portón, ignorado,
donde no se vea el pálido semblante de la envidia;
como mis rosas y lirios y mi lealtad de hermano
más allá de los pérfidos zarpazos de la insidia.
Y si alguno te hiere, o si te vieses sola,
mi afecto, como un bálsamo, restaurará tu herida
Yo no soy un vulgar vendedor de lisonjas
si no un amigo fiel para toda la vida.
Benigno Vázquez