Se fue el 2011 y atrás quedan los recuerdos, siempre se impone el balance de los deseos a veces no alcanzados, de los sueños en ocasiones alejados de la realidad, pero por suerte también de los logros por haber concretado aspiraciones anheladas.
Hoy he visto fotos viejas y no he sentido melancolía, solo me han permitido recordar de nuevo una parte de mi tránsito por la vida. Rememoré mi estancia en París al lado de la Torre Eiffel, lo cual imaginé cuando era pequeño y que solo había contemplado como una utopía. Repasé imágenes de fotografías en las que el tiempo ha dejado su impronta. Observé postales enviadas de lugares diversos y distantes. Contemplé cartas ya amarillas celosamente guardadas por mi esposa en el intercambio epistolario que sosteníamos durante mis viajes y que ella se empeña en conservar.
Todo eso he hecho hoy y no he sentido tristeza, porque en cada eslabón del tiempo transcurrido, ha estado a mi lado lo mejor de mi creación como ser humano, mi familia y también otra parte importante, mis amistades mas sentidas, porque nunca los he dejado atrás, han seguido conmigo como viajeros inmóviles. Por ellos apuesto en el 2012, con ellos intentaremos visitar lugares, compartir cenas, atenuar defectos, exaltar virtudes, realizar proyectos y desde luego brindar por los éxitos que juntos abrazaremos en el futuro.